Ahí estaba yo, atrapada en un mal matrimonio, sintiendo que era el fin del mundo, que no había nada qué hacer, que eso era lo que me tocaba vivir porque encima de todo tenía un bebé recién nacido. Ni de broma pensar en el divorcio. ¿Cómo crees que voy a dejar a mi hijo sin papá? Así tan chiquito… noooooo, obvio NO.
Así que pensando que no había solución y que mi vida pintaba para ser miserable de ahí en adelante, claro, la vista la tenía completamente nublada por la depresión post-parto, pero esos pensamientos se sentían y se veían completamente REALES.
Un día, mi hermano que estaba pasando por un pésimo matrimonio también, me dijo que porqué no tomaba terapia de pareja, me indigné con la sola sugerencia. ¿Yo? ¿Terapia? Pero si era casi perfecta, por qué alguien como yo tendría que ir a terapia. No lo estoy diciendo en broma, ni con sarcasmo, es real, creo que las peores cosas que te pueden pasar es pensar que eres más inteligente que los demás, más fregona, más….Ponle el adjetivo que quieras. Se llama SOBERBIA, y yo estaba enferma de ella, muy muy enferma.
Pero la palabra clave que mi hermano mencionó fue: Tú estás bien, el del problema es él, y la terapia va a lograr que se dé cuenta de lo mal que está. Sonaron campanitas en mi mente, era una excelente idea, llevarlo a terapia para que se diera cuenta de lo mal que estaba, wooooow, GENIAL.
Ahora lo pienso y me da mucha risa, cómo es tan fácil ver los errores y fallas de los demás, y al menos a mi, me costó muchísimo poder voltear a verme.
Ya comprada la idea de llevarlo a terapia, aún cuando eso implicara llevarme a mi también, estaba hecho, ahora, con quién ir… esa era la cuestión. Les platiqué a mis amigas de la GRAN idea, y todas estuvieron de acuerdo, como no lo iban a estar, ellas sólo tenían mi versión de la historia y desde dónde yo la veía ÉL era el malo del cuento y yo la buena. Claro que era una solución, sonaba completamente lógico. Así que una de ellas me dijo que tenía un maestro en la carrera que era psicólogo, que era lo máximo, y que a ella siempre le dieron ganas de ir a terapia con él. Me dijo como se llamaba y resulta que yo lo había escuchado en un programa de radio. OK además de buen terapeuta, y buen maestro también era figura pública, maravilloso, mejor imposible.
Pero para estar aún más seguros de que le diera toda su atención a ÉL, porque yo no necesitaba ningún tipo de terapia, pedí una cita previa a la que teníamos como pareja. Y ahí empezó la pesadilla. En mi pecado llevaba mi penitencia, le conté por supuesto mi propia versión de la historia, y le dije lo malo que ÉL era conmigo. “El Terapeuta Chafa” voy a abreviar (TCH) tomó nota y armó su plan.
En la “primer cita” con el TCH, que en realidad era la segunda cita para mí, utilizó todo lo que le dije para avivar la llama del odio, y de ahí nos enganchamos en una serie de citas personales, citas de pareja, en dónde a solas le contaba todas mis vulnerabilidades, que después iba utilizando poco a poco en contra de mi ex y para lavarme el cerebro, lo cual en poco tiempo logró, todo lo que él decía era ley para mi, y fue ahí que me fue convenciendo poco a poco de la idea de divorciarme, sus propósitos eran meramente personales y estaban basados en sus propios hoyos.
La cuestión no terminó bien de ningún lado, pero lo que si puedo agradecer es que me haya convencido de ese paso, mucho tiempo me pregunté si con otra terapia hubiera sido diferente. Hoy después de muchos años de haberlo intentado con otros terapeutas y cursos de pareja, estoy convencida de que no, de que ese era mi camino y que esa persona cruzó por mi vida por esa razón. Sin embargo si me dejó un mal sabor de boca saber que puedes caer en manos de gente poco ética, pero más allá de eso, creo que una buena terapia es aquella que te lleva a salir del papel de víctima para convertirte en una persona responsable y consciente de que las decisiones que tomamos son las que crean nuestra vida.
Estoy totalmente a favor de todo lo que nos genere crecimiento personal, y sí eso incluye terapias, cursos, constelaciones, cartas, chamanes, o lo que sea, está bien, el primer paso es entender que cada quién tiene su propio camino de crecimiento y que todo lo que te haga sentir bien y aprender más sobre ti, suma.